lunes, 14 de diciembre de 2015

La literatura y las otras artes


Si las bombillas ya casi no son aquellas que inventara Edison, si la televisión ha dejado de ser aquel cajón que ocupaba tan ancho como largo nuestro salón, si el matrimonio ha dejado de ser la unión de un hombre y de una mujer, si los cines han pasado de ser de barrio para confundirse entre las cajeras de los supermercados, si las metáforas  han dejado de ser exclusivas de la literatura para coquetear con la publicidad, si los molinos de viento ya no muelen trigo… Si ni siquiera la lengua que utilizamos es aquella con la que escribió Miguel de Cervantes su don Quijote… Quizás se le parezca, pero ha cambiado,  han cambiado muchas palabras, es la ley de las lenguas; y demasiadas cosas, es la ley de la vida. Seguramente habrá  sido para bien,  eso nadie lo sabe. 
Y de la misma manera que todo fue renovándose cambiaron el contexto,  los personajes, los intérpretes y hasta el modo de narrar. Hoy no se cuenta como ayer. Y seguramente que hoy no referimos las cosas como lo haremos mañana. Preocupados en positivo por esos vaivenes que nos llevan y nos traen hemos querido rememorar que en esto de contar historias, de delimitar sentimientos, de traducir en diferenes soportes la vida, la literatura nunca estuvo sola. Y ahora quizás menos, porque todo, de una manera u otra, se ha ido fundiendo o confundiendo, uniendo o mezclando en una amalgama con todos los modos de crear.
Por eso, y porque éramos conscientes de que cada vez esto de contar y de sentir es cada vez más cosa de muchos que de soledades intransferibles, nacieron estas jornadas que intentan el maridaje de disciplinas y de artes que seguramente siempre caminaron juntas, aunque ahora más que nunca, se han desnudado de atuendos y camisas para hacer más visibles sus connivencias, sus charlas de alcoba, sus noches de gozo y de desvelo; haciendo palpable que todos los que andaban  por los mismos caminos terminaban alguna vez en la misma encrucijada, que todos los que habitaban esas ciudades fantásticas de la elucubración y de la imaginación, terminaban más de una jornada en la misma habitación, aquella que mantenía abiertas las ventanas al sueño perpetuo de comunicar.
De esos pensamientos y de estas ideas nació el atrevimiento de fundir en el Seminario de la Fundación Caballero Bonald la filosofía, la música, el cómic, la fotografía, el cine,  la poesía y la pintura… ¿No serán acaso todas piezas del mismo puzle? 


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